Cómo me convertí en la primera latina de mi familia en graduarse de la universidad

Daisy Garcia-Castro  | 

(Cortesía de Daisy Garcia-Castro)

(Cortesía de Daisy Garcia-Castro)

Como estudiante guatemalteca-estadounidense de primera generación, este es un logro con el que siempre he soñado, pero llegar aquí no fue fácil.

Solo el 14,5 % de las latinas en los EE. UU. obtienen un título de grado. 14,5 %.

El mes pasado, superé esas probabilidades y me convertí en la primera mujer latina en mi familia en obtener un título universitario. Siempre había soñado con obtener mi licenciatura, pero como estudiante guatemalteca-estadounidense de primera generación, no fue fácil.

Mi carrera universitaria comenzó cuando un compañero de clase me dijo que la Universidad Estatal de Michigan sólo me había aceptado por el hecho de ser hispana. Habiendo crecido en una comunidad predominantemente hispana y afroestadounidense en el área sur oeste de Grand Rapids, me sorprendió escuchar esto de un colega. Nunca había experimentado el racismo de forma directa. Escuchar esas palabras me hizo dudar, pero no me desalentó para lograr mi sueño de convertirme en un fuerte modelo a seguir para otras latinas en el mundo de los negocios y seguir una carrera en la gestión de cadenas de suministro. No sólo quería allanar el camino para otras mujeres jóvenes latinas, sino que también quería tomar decisiones sobre cómo nuestro país transporta bienes y servicios para ayudar a reducir la contaminación y mejorar el medio ambiente. Me inscribí en la escuela de negocios de mi universidad, donde sólo se acepta a la mitad de los estudiantes que se inscriben, y me uní a sus filas.

 
(Cortesía de Daisy Garcia-Castro)

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Una vez en la escuela de negocios, rápidamente descubrí que los estudiantes de las minorías sólo representaban el 6 % de los estudiantes. Experimenté esta estadística todos los días donde a menudo era la única latina y una de las pocas personas pertenecientes a una minoría en el aula. Me sentía fuera de lugar, como si mi presencia no encajara en mis clases de negocios. Esto empeoró cuando me aceptaron en el programa de gestión de cadena de suministro, el mejor de su tipo en el país. Ver que no había nadie como yo en mis clases me hizo dudar si alguien como yo podía tener éxito en este prestigioso programa.

El miedo a no continuar en la escuela se apoderó de mí. Estaba aterrorizada de no poder graduarme y, en general, de que mis padres consideraran que había fracasado. Me atemorizaba ir a clase todos los días. Mi asesor notó la carga que esto representaba para mis estudios y mi salud mental. Vio como una estudiante curiosa y decidida, siempre sonriente, se había convertido en alguien que dudaba constantemente de sí misma. Me cuestioné si podría terminar lo que había comenzado. Tenía poca esperanza y mi autoestima era baja. Recuerdo que llamaba a mis padres todo el tiempo y les decía que todo iba bien porque no podía contarles el dolor que sentía. No quería que se preocuparan. Pero ellos sabían que algo no andaba bien. Comenzaron a enviarme mensajes de texto sorpresa durante todo el día. Me recordaban que estaba haciendo todo esto por ellos. 

De niña no tuve todo lo que quería, pero mis padres me brindaron todo lo que necesitaba, y eso fue más que suficiente. Sus mensajes me recordaban que no podía renunciar. Sus mensajes me recordaban el arduo trabajo de mis padres que me permitió llegar a este punto. Sus mensajes me dieron la esperanza que no sabía que necesitaba y la fortaleza para seguir adelante. “Mija ya es lo último, ponle ganas”. “Ponle ganas a tus estudios Mija”. Las palabras de mis padres me recordaron que ya había conseguido más de lo que pensaba y me motivaron para lograr más. Me recordaron que soy estudiante de primera generación, soy la primera mujer en toda mi familia trabajando para obtener un título universitario y la primera en graduarse en cuatro años. Estos hechos me permitieron seguir adelante y me dieron la resistencia para terminar mi último año.

 
(Cortesía de Daisy Garcia-Castro)

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Estaba en la recta final de mi último semestre, volviendo al campus renovada después de las vacaciones de primavera y lista para terminar el año fortalecida. Al tercer día después del regreso, me informaron que mis clases estaban en transición a un formato en línea y que mi trabajo en el campus ya no existía debido a la pandemia. La transición de clases en persona a en línea fue un tremendo ajuste. Los profesores cancelaron la mayoría de los proyectos grupales y reajustaron todos los programas. Regresé a casa e intenté seguir estudiando con poca señal de internet, demasiadas distracciones y sin contar con un escritorio. A pesar de estos obstáculos, seguí luchando y pude graduarme. Cuando entregué mi examen final, fui directo a mi mamá y dije: “Lo hicimos”. Y comencé a llorar.

Este logro es algo que nadie podrá arrebatarme, pero me duele que nuestra graduación se cancele debido al coronavirus. Trabajé con mucho entusiasmo para tener este momento de celebración con mi familia. Mi familia estaba desolada, pero nos afectó más a mi papá y a mí. Mi papá siempre me decía: “Daisy, el día que te gradúes será el día que también yo me gradúe”. Siendo la menor de seis hijos y la única chica, mi madre siempre les decía lo mismo a todos mis hermanos. Mis padres no tienen título universitario, por lo que viven a través de nuestros logros. En nuestra familia, no es “lo hice”, sino “lo hicimos”.

 
(Cortesía de Daisy Garcia-Castro)

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Aunque no tuve una graduación oficial, mi familia encontró una forma de celebrar nuestro logro con una pequeña comida familiar. Mi familia colgó adornos en la entrada mientras mi madre cocinaba mi plato guatemalteco favorito, plato de carne asada, que consiste de arroz y frijoles estilo guatemalteco, ensalade rusa y carne asada. Celebrar este logro durante la cuarentena sólo con mis padres y mis hermanos me recordó que conseguí este título gracias al apoyo y los sacrificios de mi familia. No lo hubiera querido de otra manera.

Ser un modelo a seguir para otras latinas y mujeres en el mundo de los negocios es mi pasión. Ahora estoy pensando en mis próximos pasos y cómo inspirar a los demás. Quiero obtener una maestría, algo que sólo tiene el 4 % de las latinas. Quiero demostrarles a los demás lo que es posible y que, juntos, podemos hacer que ese porcentaje aumente.

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Daisy Garcia-Castro

is a first-generation college graduate seeking to influence and empower other Latinas in the business world. You can follow her on Instagram, Twitter and LinkedIn.