Melodías de resistencia en Guatemala: la artista Kaqchikel alzando su voz a través de sus canciones

Emma Yee Yick  | 

(Cortesía de Claudia Ramírez / el Periódico)

(Cortesía de Claudia Ramírez / el Periódico)

Puede que la cantautora indígena Sara Curruchich sea la primera mujer Kaqchikel en hacerse un hueco en la industria musical, pero se ha comprometido a asegurarse de no ser la última.

Cuando Sara Curruchich canta, ella no sólo canta para sí misma, sino para todas las generaciones de mujeres indígenas que llegaron antes de ella, y para las generaciones que vendrán. Sara es Kaqchikel, un pueblo originario Maya de las sierras del medio oeste de Guatemala. A través de su música, ella celebra su herencia indígena y destaca la resiliencia de sus “ancestras” ante la opresión.

“No quería repetir todo lo que escuchaba en la radio,” comenta la artista de 25 años sobre su música. Sara espera que sus canciones desafíen lo que la sociedad espera de las mujeres indígenas y reafirmen su valor en la sociedad guatemalteca.“Tenemos una triple discriminación: por ser mujeres, por ser mujeres indígenas, y por ser mujeres indígenas pobres,” comparte Sara.

En Guatemala, el 79% de las personas indígenas viven en pobreza. La falta de oportunidades educativas, la pobreza sistémica y las normas del género en especial limitan a las mujeres que viven en áreas rurales como Sara. En su comunidad Kaqchikel, Sara dice que la mayoría de las mujeres se vuelven esposas, mamás y muchachas (trabajadoras domésticas). Los padres suplican que sus hijas se queden en casa para cuidar a sus hermanos menores o que empiezen a ganar un sueldo vendiendo baratijas en las calles o limpiando casas en la Ciudad de Guatemala.

 
Sara en los campos de maíz en Comalapa.. (Cortesía de Sara Curruchich Twitter)

Sara en los campos de maíz en Comalapa.. (Cortesía de Sara Curruchich Twitter)

 

Pero los papás de Sara querían más para su hija y la alentaron a imaginar un futuro distinto. Usando el poco dinero que su mamá había recaudado siendo muchacha, Sara pudo asistir a un colegio público en la capital para estudiar música. Empezó a escribir canciones en su lenguaje nativo Kaqchikel, sobre la madre tierra y los animales, sobre sus “ancestras” y su pueblo, sobre las mujeres indígenas y su fuerza.

El momento que arrancó su carrera fue en el 2012, cuando Sobrevivencia, una banda Maya popular de rock la invitó a cantar en uno de sus conciertos. Desde entonces, su carrera se destacó en Guatemala y pronto, alrededor del mundo. Ahora, Sara ha realizado conciertos por toda Europa, en las Naciones Unidas y con grupos destacados como el Dresdner Philharmonie — pero, sus escenarios preferidos se encuentran en casa, en Guatemala, donde canta sin cargo en pueblos como el suyo.

Ante el lanzamiento de su primer álbum, “Somos,” en junio, hablé con Sara sobre homenajear sus raíces, el proceso creativo musical, y cómo apoya a otras voces indígenas.


Emma Yee Yick (EYY): ¿De dónde proviene tu amor por la música?

Sara Curruchich (SC): Desde que tengo memoria, que es hace mucho tiempo, siempre disfrutaba cantar. Acompañaba mucho a mi mamá a lavar ropa de otra gente a otras casas. Yo escuchaba que mi mamá por ejemplo comenzaba a silbar o a cantar algo. Me gustaba ver lo contenta que estaba cuando silbaba o tarareaba entonces me gustaba bastante.

En el caso de mi papá, él tenía una guitarra y sabía tocarla. Cuando supo cuánto me gustaba la música, me llamaba a la sala por la noche, y me decía, "¡Cantemos!" Recuerdo que mi papá ponía una vela en la sala y nos sentábamos, y mi papá tocaba la guitarra y yo cantaba. Y fue así durante muchas, muchas noches.

En ese tiempo ya fui a la escuelita de primaria. Teníamos solo 15 minutos de música, una vez a la semana — pero me encantaba y era la clase que más esperaba. Desde allí ya sabía lo que quería hacer: yo quería ser maestra de música.

Cuando tenía nueve años mi papá murió entonces eso fue un golpe grandísimo, grandísimo para toda mi familia y para mi. Yo ya no tenía con quien cantar entonces como que hubo una ruptura muy grande porque pues entre en mudo y yo no quería saber nada de cantar, me recordaba de mi papá.

Pasaron los años y cuando logre estudiar música, mi objetivo siempre fue ser maestra de música, yo no quería cantar nada. En el 2009 comencé a estudiar la carrera de música, en el 2011, comencé a sentir que a través de la música y a través del canto yo podía hablarles a mis muertos, sobre todo a mi papa. Sentía que me conectaba mucho con el. Comencé a cantar en ese entonces y empecé a escribir algunas cositas.

EYY: Cuéntame un poco sobre tu música.

SC: El año pasado grabé mi primer disco, todavía no lo he compartido, espere que este año en junio lo vayamos a hacer. Ya nos catalogaban como género dentro del “world music” o como “etno-music” porque he tratado de hacer esa fusión entre música tradicional de Guatemala con instrumentos contemporáneas y sonidos contemporáneos.

Yo canto en mi idioma, el kaqchikel. Cuando empecé, escribí mi primera canción en kaqchikel con cierto temor, ya que, por razones estructurales, el racismo está muy enraizado en todo nuestro país. Comencé a cantar en mi idioma, y a escribir y componer porque vi la necesidad y la importancia de rescatar nuestros idiomas, mi idioma específicamente, a través de la música. La música hace reflexionar quizás un poquito más que cuando tu le hablas a una niña o un niño de lo importante que es. Si escuchan una canción y ven que alguien mas lo esta haciendo [cantando en kaqchikel] piensan que también lo pueden hacer y que tienen el derecho de hacerlo. Entienden que no está mal y empiezan a valorizarlo otra vez. Entonces yo comencé a escribir en español, en kaqchikel, haciendo canciones solamente en español, solamente en kaqchikel y algunas fusionando ambas idiomas porque creo que la música es un canal para reafirmar nuestra identidad y los conocimientos ancestrales de nuestros pueblos.

 
 

EYY: ¿Cuál es tu misión como artista?

SC: Mi misión es compartir con las niñas y niños el hecho de que nosotros como pueblos indígenas existimos. Y existimos en una manera muy grande de resistencia también. Mi misión es compartir con las personas que la historia no comienza y termina con: "Los españoles vinieron y nos dieron espejitos y fin." Yo creo que puedo compartir esta historia a través de la música, esa memoria histórica siendo una mujer indígena.

Me he dado cuenta que el nivel de discriminación, de rechazo, de las faltas de oportunidades es mucho más grande a nosotras como mujeres indígenas. Tenemos una triple discriminación: por ser mujeres, por ser mujeres indígenas, y por ser mujeres indígenas pobres.

Me he encontrado en situaciones donde he llegado a algún lugar para uno de mis conciertos en la capital [Ciudad de Guatemala], y con frecuencia escucho a la gente que dice, "Se va a cambiar de ropa, ¿verdad?" Porque no esperan que una mujer indígena suba o que tenga un espacio en el que pueda desarrollarse. Ellos creen que la única misión de una mujer indígena en la vida, o en este país es ir a limpiar en las casas de otros. O ir a tortear. Quiero enfatizar acá que estos son trabajos realmente dignos. Esas mujeres son admirables, porque han tenido que luchar bastante. El problema está en que la sociedad ve que eso es nuestro único camino, nuestro único destino.

EYY: ¿Cuáles obstáculos has tenido que enfrentar por ser una mujer Indígena en Guatemala? ¿Como los has superado?

SC: Hay un nivel de explotación laboral y una denigración tan grande hacia las mujeres indígenas que se vuelve en esclavitud. Tenemos que hablar sobre todo eso. Tenemos que hablar sobre las mujeres indígenas que migran a la capital, que se ven obligadas a ir a las casas a trabajar, que se ven obligadas a irse a trabajar todos los días. Tenemos que entender que todas las mujeres indígenas realmente somos actoras de cambio, hechos fundamentales para la prevalencia de nuestros conocimientos y somos un pilar muy grande para la sostenibilidad de nuestros pueblos y del país entero y del mundo entero. Mi misión es querer compartir eso.

Yo tengo 25 años, soy indígena. Yo he tenido la facilidad y el acceso de muchas cosas pero yo sufrí muchísimo. Recuerdo una infinidad de momentos en los que fui atacada por ser indígena, especialmente cuando vine a la capital. Ya luego me di cuenta que era tan importante seguir luchando contra de eso porque yo no era la primera ni la última lamentablemente mujer indígena que le pasaba eso. Entonces me hizo reflexionar mucho sobre mi mamá, sobre cómo ella ha luchado grandemente, sobre mis hermanas, sobre mis vecinas, mis abuelas, mis tías y todas las mujeres de hace 50 años o de hace 100 años que tenían que se tuvieron que enfrentar a un nivel de discriminación y de racismo muchísimo más grande de lo que yo estaba enfrentando. Y si ellas pudieron y siguieron resistiendo y siguieron luchando en contra de eso ¿Cómo yo no lo podía hacer?

Tenemos que entender que todas las mujeres indígenas realmente somos actoras de cambio, hechos fundamentales para la prevalencia de nuestros conocimientos y somos un pilar muy grande para la sostenibilidad de nuestros pueblos y del país entero y del mundo entero. Mi misión es querer compartir eso.
— Sara Curruchich

EYY: ¿Cuál fue tu experiencia como estudiante indígena en Guatemala?

SC: Nuestra educación nunca nos habló sobre nuestra historia [indígena], nunca fue una educación que nos hablaba sobre los indígenas, siempre fue sobre la cultura occidental, nunca sobre la nuestra. Así que considero que fue entonces cuando comenzamos a devaluar nuestra cultura, y comenzamos a olvidarla. cuando estábamos en la escuela primaria, bueno con mis compañeras y todo eso sabíamos que si éramos de los pueblos y si no es que me hice como un rechazo muy grande hacia eso. Cuando llegamos al nivel básico, a la secundaria, teníamos unos días cuando podíamos llegar en ropa casual. Habían ciertos grupos que decían “mañana vámonos vestidas con pantalón.” Entonces si tu no llegabas con pantalón era un rechazo grandísimo, era una discriminación aterrado que toda la escuela se enteraba o te hacían saber que eras pobre y que lo pobre era cómo lo peor que te podía pasar. Entonces era algo bastante fuerte y los maestros no daban un mensaje que lo que estaban haciendo o diciendo estaba mal.

Mis compañeros tenían un rechazo muy grande hacia las mujeres indígenas si llegábamos con trenzas, con dos trenzas, eran burlas feísimas. Aún haciéndote saber que éramos entre todas y todos, mujeres y hombres indígenas. Entonces, el sistema educativo normaliza eso.

EYY: ¿Cómo esperas que tu música impacte a niñas y mujeres indígenas en tu comunidad?

SC: Yo creo y siento que algo que yo quiero compartir a través de la música es esa fuerza que han tenido las mujeres, nuestras abuelas y ancestras al momento de luchar en contra de estos males estructurales, en contra del machismo, en contra del racismo, en contra de este sistema patriarcal que nos somete, que nos niega a nuestros derechos como mujeres y cómo mujeres indígenas. Enseñar esto a las niñas me parece algo muy importante

Hemos tenido la oportunidad de generar unos pequeños espacios de festivales comunitarios de una pequeña gira comunitaria y ha sido increíble porque he podido ver el impacto que tiene en las niñas. Empiezan a entender que tienen ese derecho de soñar, de tener esa esperanza y de poder compartir eso, eso es como un regalo muy grande. Saber que entre todas cómo mujeres y indígenas estamos juntas en esto, no estamos solas, que sabemos que no vamos a ser las primeras y muy probablemente no vayamos a ser las últimas pero que estamos juntos en esta lucha.

Yo no puedo seguir replicando esta frase de “si yo pude, tú también puedes!” Olvidando el nivel de desigualdad que va a tener una niña en un pueblo mucho más lejano. Así que son cuestiones que tenemos que ir cambiando.

EYY: Háblame sobre tu proceso creativo. ¿Cómo comienzas a escribir una canción? ¿Comienzas con la música o la letra?

SC: El proceso creativo es algo muy hermoso ya que, al menos en mi caso, no tengo un patrón que seguir. Muchas veces me encuentro caminando por la calle, o en el autobús, y algo llega a mi mente. Si tengo una pequeña libreta, lo anoto, si no lo anoto en mi teléfono. En ocasiones la letra llega a mí. Otras veces llega a mí una cierta melodía e intento grabarla rápidamente antes de que la olvide. A veces tengo sueños de canciones, y rápidamente me despierto para grabarla. El proceso siempre es diferente.

He hecho colaboraciones con otras personas quienes ya tienen estructura como algún tipo de canción o algún tipo de música pero siempre me dan la oportunidad sobre todo de escribir algo que yo quisiera. Casi siempre si me invitan a escribir algo, hago una estrofa o el coro o algo en mi idioma. El proceso siempre es distinto y eso es bastante enriquecedor porque no sigues una rutina o algo que sea bien cuadrado.

EYY: ¿Quien es la primera persona a quien enseñas una nueva canción?

SC: ¡Es la primera vez que me preguntan eso! Bueno, trato de grabarla yo en el teléfono y luego escucharla porque también quiero que la persona a quien se la voy a cantar sea cómo, se lleve una buena impresión. O al menos que escuche algo bueno. Entonces, se la enseñó a alguna de mis hermanas casi siempre o a mi compañero.  

EYY: En tan solo cinco años, has tocado en escenarios monumentales desde las Naciones Unidas a una mini-gira por Europa. ¿Cómo te sientes cuando tocas tus canciones tan personales e impactantes en esos lugares?

SC: Bueno es todo un reto porque en muchos de esos espacios solo puedes encontrarte con bandas o con grupos mayoritariamente hombres. Entonces cuando yo he llegado muchas veces me toca decir “yo estoy aquí porque tengo el derecho de estar aquí y puedo hacerlo.” Entonces cada vez que tengo la oportunidad sea en un escenario grande o un escenario pequeñito o un lugar donde no hay un escenario, cada vez es como si fuera la primera vez.

Se muy bien que no soy la primera mujer indígena que canta o la primera mujer indígena que ha escrito sus canciones. Pero se que soy la primera que had tenido esta oportunidad. Estoy muy agradecida porque este camino no lo he hecho yo. Lo han hecho mis abuelas con su lucha, lo han hecho todas las mujeres indígenas, las no indígenas que han luchado para que nosotras tengamos este espacio.

 
 

EYY: ¿Cómo has usado tu plataforma para crear oportunidades para otros artistas indígenas?

SC: Uno de mis sueños es tener un estudio. Un estudio donde hombres y mujeres indígenas puedan venir y grabar lo que ellos quieran de forma gratuita. Un estudio que pueda ayudarlos a presentar su trabajo con una discográfica, o en la radio. Para tener una pequeña red que nos permita expresarnos. Y ha sido como bien complicado también porque aca en Guatemala no existe un apoyo hacia los artistas. No existe. Entonces, yo no pierdo la esperanza que en algún momento lo pueda hacer.

Uno de mis sueños es poder construir un espacio cultural grande que sea del pueblo para el pueblo en la que se pueden presentar las personas que quieran. Y que sabemos que desde el arte comunitario desde el arte ancestral se puede hacer ese equilibrio hacia nuestros pueblos. Se puede hacer también, sobretodo cómo cementar esos conocimientos ancestrales, rescatar, reafirmar. Entonces eso es como algo que sueño y pido también que se vaya a lograr.

Pero hasta el momento lo que nosotros, te hablo en nosotros porque estoy acompañada de otras personas que han sido personas fundamentales para mi vida cómo mi familia y algunos amigos y amigas, que se han sumado a este proyecto y con quienes hemos tratado de crear como una pequeña red de músicos y músicas comunitarias en primero una parte del país. Este año estamos organizando ir a otra parte del país, todo es de manera gratuita. Muchas la gente no sabe que su vecino o su vecina quiere hacer eso o ya lo hace. Entonces creo que por el momento lo que estamos haciendo es hacer esa tripulación entre músicos y músicas comunitarios generando estos espacios para que ellos puedan seguir replicando este mismo espacio en sus comunidades muchas otras veces.  

EYY: Si tuvieras que escoger una canción favorita tuya cual seria y por qué?

SC: Hay una canción que se llama “Ixoqi’” qué significa mujeres. Esa canción significa mucho porque nosotros creemos mucho en los sueños. Muchas veces tus abuelos o tus abuelas se pueden presentar en tus sueños para hablarte de un próximo camino o algo que tengas que hacer o para darte un aviso o algo así. Entonces esta canción fue un sueno de mi mamá donde soñaba mi abuelita y mi abuelita le dice que ella tenía que saber que las mujeres tenemos una misión muy grande en la tierra, que tenemos un valor muy grande. Esta canción habla sobre cómo nosotras como mujeres somos muy parecidas a la tierra, no solo como dadoras de vida si no por darle vida a las ideas a los sentimientos, por darle vida a los caminos, por darle vida a la sabiduría.

Entonces esta canción si es como muy importante para mi, porque ves el conocimiento ancestral desde el conocimiento de mi abuelita. Nosotras como mujeres no estamos en la tierra solamente para cumplir nuestra “misión biológica” que es dar hijos, tenemos muchas misiones más para cumplir entonces es lo que trato de compartir.

 
 

EYY: ¿Qué consejos tienes para nuestras lectoras de Assembly que quizás estén enfrentando obstáculos y barreras como los que enfrentaste tu, mientras persiguen sus sueños?

SC: Primeramente, aunque estemos en distintas partes del mundo, no estamos solas. No estamos solas porque nuestra fuerza traspasa todas esas fronteras que también están. Porque nuestra fuerza se une como una trenza. Porque también no estamos solas físicamente, sino que nos acompañan nuestras abuelas, las mujeres que han estado desde muchísimos años y que nos siguen acompañando con esa luz, con su espíritu, con su misma fuerza, con su esperanza, con su valentía. Entonces no estamos solas y nuestra voz tiene que salir, que ya no tenemos que callar porque realmente tenemos muchas cosas que decir y muchas cosas que compartir. Y en nombre no solo de nosotras, pero en nombre de las niñas, las que vienen, las que quizás no vayamos a ver porque han estado sumidas en una violencia muy grande.

Muchas mujeres estamos pasando por cosas similares así que hay que seguir caminando, hay que seguir escribiendo no solo en un papel sino escribir en nuestra historia, escribir en los corazones, en las almas, en las ideas y los pensamientos. Entonces al final que esa esperanza aflore siempre nuestros pasos, que la valentía, nuestra acera querida, nuestra luz, nuestra mirada y nuestra alma siempre aflore en cada uno de los pasos donde vayamos a ir porque no solo somos para nosotras sino para todas.

Esta entrevista ha sido editada y condensada para claridad.

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Emma Yee Yick

is an editorial intern at Malala Fund. You can find her eating platanos, musing on urban spaces and chasing sunsets.