La crisis de los feminicidios en México — Assembly

(Cortesía de Mariajose de Jesús Castillo Cervantes)

“No quiero vivir en un México donde mis padres no me dejen ir en bicicleta a la escuela o salir después del atardecer porque temen por mi seguridad,” escribe la estudiante de 19 años Mariajose de Jesús Castillo Cervantes.

Hemos hecho importantes progresos hacia la igualdad de género en todo el mundo. Pero desafortunadamente, mi país, México, parece que está retrocediendo. Uno de los ejemplos más alarmantes es la tasa de feminicidio. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, de 2017 a 2020, la cantidad de feminicidios diarios en México aumentó de 7 a 10.5, y esa cifra está aumentando durante la pandemia.

La normalización de la violencia contra la mujer es uno de los principales factores que contribuyen a este problema. La sociedad mexicana a menudo enseña a los hombres que deben demostrar su masculinidad a través de la violencia, la rudeza y el poder. Esta cultura machista del derecho masculino conduce a la violencia y al acoso contra las mujeres. En restaurantes, el gimnasio, la tienda cerca de mi casa y muchos otros lugares, he sido testigo de sus efectos de primera mano. He estado en situaciones en las que sentí que mi seguridad estaba en peligro debido a mi género, momentos en los que los hombres se acercaban a mí y empezaban a hacerme preguntas íntimas y ocasiones en las que mis hermanas han sido tocadas por hombres en la calle. Cuando esto sucede, me siento vulnerable y pequeña. También me siento consumida por la rabia. Es tan frustrante no poder hacer nada porque tienes demasiado miedo de lo que te pueda pasar si alzas la voz.

“La sociedad mexicana a menudo enseña a los hombres que deben demostrar su masculinidad a través de la violencia, la rudeza y el poder. Esta cultura machista del derecho masculino conduce a la violencia y al acoso contra las mujeres.”

— Mariajose de Jesús Castillo Cervantes

Otro factor que contribuye a la tasa de feminicidios es la delincuencia organizada. Un estudio reciente mostró que el 63 % de los feminicidios ocurridos en marzo-abril de 2020 en México tiene vínculos con la delincuencia organizada, pero el gobierno a menudo no reconoce este tipo de violencia. En general, no toma en serio la violencia de género. Menos del 5 % de los casos de feminicidio conducen a condenas. Durante la COVID-19, el presidente redujo los presupuestos de los refugios para las mujeres y de las agencias federales que protegen sus derechos. En mayo de 2020, afirmó que el 90 % de las llamadas de emergencia son falsas, lo que sigue restando importancia y socavando esta crisis contra las mujeres.

En noviembre de este año, dos feminicidios sucedieron en mi ciudad natal, Cancún, México, con 24 horas de diferencia. La policía no ha divulgado ningún detalle sobre una de las mujeres que fue encontrada. La otra era Bianca Alejandrina Lorenzana Alvarado, de 20 años, mejor conocida como Alexis. Salió de su casa ese día y nunca volvió. Un día después, su cuerpo fue encontrado.

Alexis había sido una defensora destacada del movimiento contra la violencia de género, utilizando su voz y la plataforma de los medios sociales para hablar en favor de las mujeres desaparecidas y asesinadas. Para exigir justicia por ella y por la otra víctima de feminicidio, el 9 de noviembre, personas de todos los géneros en Cancún decidieron protestar en su nombre. Muchos amigos míos asistieron a esta protesta; llevaban trajes negros o verdes y morados, ya que el morado es el color internacional del movimiento por la igualdad de derechos y el verde representa los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Cuando llegaron al palacio de gobierno, la policía llegó con chalecos antibalas y armas y comenzó a disparar al aire, gritando amenazas y comentarios sexistas.

El 9 de noviembre es mi cumpleaños, así que pasé el día con mi familia en casa, pero solo podía pensar en Alexis y la otra víctima y en lo enojada que estaba con el gobierno y la policía por atacar a los manifestantes. En mis clases de historia, aprendemos cómo la policía ha reprimido los derechos de los ciudadanos en el pasado, como cuando los estudiantes desaparecieron de Ayotzinapa o cuando ocurrió la masacre de Tlatelolco. Nuestros profesores nos dicen que el propósito de estas lecciones es entender los errores del pasado para poder hacerlo mejor en el futuro, pero esta violencia a manos de la policía sigue ocurriendo.

A pesar de los peligros de alzar la voz, seguiré luchando por los derechos de la mujer en mi país y creando conciencia sobre lo que está sucediendo aquí. Quiero que mi gobierno tome medidas para prevenir los feminicidios. Quiero que procesen estos crímenes y se comprometan a dar justicia a las víctimas. También quiero datos precisos sobre la violencia contra las mujeres porque eso nos ayudará a saber la verdad sobre lo que sucede en nuestro país y cómo podemos abordarlo. Quiero que los líderes reconozcan esta crisis y hablen de ella para educar al resto del país. Cada uno de nosotros tiene que dejar de normalizar la cultura del machismo, aprender por qué está mal y educar a los demás. Incluso las pequeñas formas en que se manifiesta la cultura machista, como en las bromas o la forma en que la gente se expresa, es perjudicial.

No quiero vivir en un México donde mis padres no me dejen ir en bicicleta a la escuela o salir después del atardecer porque temen por mi seguridad. No quiero vivir en un México donde tenga que comprar llaveros que tengan alarmas o rociador de pimienta para protegerme de la gente que podría querer aprovecharse de mí. No quiero vivir en un México donde tenga miedo de que me acosen en el gimnasio o en la tienda a la vuelta de la esquina de mi casa.

Quiero vivir en un México donde sea realmente libre y esté segura.