El impacto de la COVID-19 en la educación de las niñas en la República Dominicanam

Maria Peralta  | 

Mae Peralta, de 18 años, escribe acerca de la forma en que la pandemia ha agudizado las dificultades que enfrentan las niñas de su país al ir a la escuela. (Cortesía de Mae Peralta)

Mae Peralta, de 18 años, escribe acerca de la forma en que la pandemia ha agudizado las dificultades que enfrentan las niñas de su país al ir a la escuela.

El 11 de marzo de 2020, el mundo como lo conocíamos cambió. La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la COVID-19 como pandemia, lo que llevó a gran parte del mundo a un confinamiento. Como resultado, casi el 90 % de los países del mundo finalmente cerró sus escuelas en esfuerzos por desacelerar la transmisión del coronavirus.

En República Dominicana, mi país de origen, el Gobierno cerró casi todos los establecimientos educativos del país y pasamos de la educación presencial al aprendizaje a distancia. Mi escuela estaba preparada y contaba con los recursos necesarios para continuar nuestras clases de manera virtual sin ningún problema. Y aunque estoy extremadamente agradecida de haber podido seguir mi educación virtualmente, debo admitir que fue una transición difícil. Fue un desafío pasar de estar en la escuela presencialmente y ver a mis amigos y maestros todos los días a asistir a clases a través de la pantalla de mi computadora y trabajar sola en mi habitación. 

Sin embargo, miles de niñas dominicanas, especialmente aquellas de vecindarios de bajos ingresos y áreas rurales, no tuvieron tanta suerte como yo y no pudieron pasarse al aprendizaje a distancia. El matrimonio prematuro, los embarazos en adolescentes, la pobreza y el acceso limitado a los dispositivos electrónicos les impiden continuar su educación durante la crisis, lo que restringe su capacidad para hacer realidad sus sueños.

“Aunque estoy extremadamente agradecida de haber podido seguir mi educación virtualmente, debo admitir que fue una transición difícil. Fue un desafío pasar de estar en la escuela presencialmente y ver a mis amigos y maestros todos los días a asistir a clases a través de la pantalla de mi computadora y trabajar sola en mi habitación.” (Cortesía de Mae Peralta)

Lamentablemente, estos problemas no son nuevos; la crisis de la COVID-19 solo ha agudizado los desafíos que muchas niñas dominicanas ya enfrentaron. Antes de la pandemia, la República Dominicana tenía el promedio más alto en América Latina de niñas y adolescentes casadas antes de los 18 años de edad. Según la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (ENHOGAR-2014), el 36 % de las mujeres jóvenes estaban casadas o convivían antes de los 18 años y el 12 % estaban casadas o convivían antes de los 15 años. Esto supera ampliamente los promedios regionales del 23 % y el 5 %, respectivamente. Save the Children estima que para 2025, el impacto económico de la COVID-19 pondrá a 73.400 niñas más en riesgo de matrimonio infantil y a 181.000 niñas adolescentes más en riesgo de embarazo. Las tasas de matrimonio infantil ya son más altas que nunca.

El trabajo infantil y la violencia de género son otros problemas que mi país ha enfrentado durante muchos años y que han empeorado durante la pandemia. En 2013, UNICEF estimó que la mitad de todos los dominicanos menores de 18 años viven en la pobreza; estas condiciones fuerzan a los niños a abandonar las aulas de clase y al trabajo remunerado para ayudar a mantener a sus familias. Con el aumento de los desafíos económicos durante la crisis de la COVID-19 y la falta de oportunidades de aprendizaje remoto accesibles, muchos niños, —particularmente las niñas— han terminado siendo víctimas del trabajo infantil y la explotación sexual. Antes de la pandemia, el miedo al acoso impedía que muchas niñas dominicanas asistieran a la escuela de manera segura. Los índices de violencia de género no han hecho más que aumentar en todo el mundo, debido a que las niñas y las mujeres están confinadas en espacios reducidos con sus agresores y aisladas de los sistemas de apoyo. En la República Dominicana, durante los primeros 25 días de cuarentena, el servicio de violencia del Ministerio de Asuntos de la Mujer recibió 619 llamadas con informes de violencia de género.

Esta es la realidad del país que por lo demás adoro y valoro. Saber que solo algunas chicas pueden ir a la escuela y lograr sus ambiciones, mientras a muchas otras se les niegan sus derechos me entristece mucho. También me motiva a ayudar a cambiar la situación mediante la difusión de conciencia sobre este tema y el apoyo a las organizaciones de educación de las niñas.

Pero generar el cambio no depende únicamente de los activistas de la educación de las niñas como yo. Hay muchas medidas que el Gobierno dominicano podría tomar para abordar las formas en que la crisis de la COVID-19 ha afectado la educación de las niñas. Los funcionarios podrían ofrecer programas educativos de radio y televisión desde la escuela primaria hasta la secundaria para que las niñas que no tienen acceso a dispositivos electrónicos puedan aprender desde sus hogares. La prohibición del matrimonio infantil en enero de 2021 fue un buen primer paso, pero el Gobierno también puede hacer más, como apoyar las líneas directas de matrimonio infantil, fortalecer los sistemas legales para proteger los derechos de las niñas y financiar la investigación sobre el tema para documentar el seguimiento, las políticas y los programas.

La educación de las niñas en la República Dominicana es una situación urgente que requiere una acción inmediata. La crisis de la COVID-19 ha agravado los problemas que han existido durante décadas y es hora de que el Gobierno se ocupe de ellos, tanto para el futuro de las niñas como para el de nuestro país.
— Mae Peralta

También es fundamental que nuestro Gobierno promueva las medidas de protección social, incluidas las leyes que condenan las prácticas como el trabajo infantil, para mejorar la transición y la retención de las niñas en la escuela secundaria. Además, para que todas las niñas dominicanas asistan a la escuela durante 12 años completos de educación después de la crisis de la COVID-19, el Gobierno debe revisar los planes y las políticas de educación nacional para priorizar la igualdad de género. Se deben eliminar los estereotipos de género de los libros de texto y crear un entorno escolar seguro libre de violencia de género. El Gobierno debe financiar una capacitación de alta calidad para los maestros en todas las formas de violencia de género, estrategias de prevención efectivas y métodos de disciplina positiva para crear entornos de aprendizaje seguros y con sensibilidad de género. Debe integrar la violencia de género relacionada con la escuela en las políticas nacionales y en los planes del sector educativo.

La educación de las niñas en la República Dominicana es una situación urgente que requiere una acción inmediata. La crisis de la COVID-19 ha agravado los problemas que han existido durante décadas y es hora de que el Gobierno se ocupe de ellos, tanto para el futuro de las niñas como para el de nuestro país.

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Maria Peralta

(she/her/hers) is a Dominican-Argentinian student who loves learning, reading and spending time with family and friends. She is passionate about using her writing to advocate for causes including girls’ rights and ethical fashion. You can follow her on Instagram.