Las inequidades de la educación chilena

Anita Serrano Bazán  | 

Anita Serrano Bazán, profesora en prácticas de 22 años, escribe sobre las deficiencias del sistema educativo chileno. (Courtesy Anita Serrano Bazán)

Anita Serrano Bazán, profesora en prácticas de 22 años, escribe sobre las deficiencias del sistema educativo chileno.

Desde que era una niña pequeña sabía que quería convertirme en profesora. En la actualidad, estoy terminando mi carrera universitaria para convertirme en profesora a finales de este año. Durante el transcurso de mis estudios, he tenido el privilegio de trabajar en colegios públicos con estudiantes de primaria enseñándoles a leer y escribir. Quiero aplicarles a mis alumnos la misma oportunidad que me aplicaron mis maestros: de experimentar una educación de calidad basada en la empatía y el amor.

Sin embargo, los últimos años trabajando como profesora en línea debido a la pandemia del COVID-19 me han dejado en claro que hay problemas en el sistema educativo chileno que ninguna maestra puede solucionar por sí sola. En todo Chile, la desigualdad socioeconómica, las brechas tecnológicas y la discriminación de género — que se vieron potenciadas durante la pandemia — están cortando el acceso a la educación principalmente de las niñas, y por tanto provocando su deserción escolar.

En mi tiempo trabajando y estudiando en colegios chilenos, he observado que los maestros tienden a reservar las actividades más desafiantes para los niños en áreas matemáticas y científicas, lo cual desalienta a las niñas a buscar roles de liderazgo en estos campos.
— Anita Serrano Bazán

Los estudiantes del sistema educativo chileno se ven afectados negativamente por la desigualdad de género que impregna las prácticas docentes y los currículos de nuestro país. Debido a los prejuicios de los profesores, las niñas están menos estimuladas cognitivamente que los niños en las escuelas, especialmente en los campos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). En mi tiempo trabajando y estudiando en colegios chilenos, he observado que los maestros tienden a reservar las actividades más desafiantes para los niños en áreas matemáticas y científicas, lo cual desalienta a las niñas a buscar roles de liderazgo en estos campos. De hecho, las mujeres chilenas están subrepresentadas entre los graduados y profesionales de STEM: Solo uno de cada tres investigadores en Chile son mujeres.

Es bien sabido que la educación en Chile es diferente en calidad dependiendo del estrato social del estudiante y si puede pagar una educación privada. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, las tasas de matrícula de las escuelas públicas de Chile se encuentran entre las más altas del mundo, un costo que solo seis de cada 10 familias chilenas pueden pagar. Debido a la brecha en la calidad de la educación, estos los estudiantes tienen resultados mucho mejores que sus compañeros; en 2018, solo el 30% de los estudiantes de escuelas públicas que tomaron la Prueba de Selección Universitaria (PSU) obtuvieron un puntaje lo suficientemente alto para postularse a la universidad (en comparación con el 79% de los estudiantes de escuelas privadas).

El cambio masivo al aprendizaje en línea durante la crisis de COVID-19 ha profundizado esta desigualdad. Aunque el acceso a Internet en los hogares chilenos ha aumentado en los últimos años, muchos hogares tienen un acceso a Internet frágil, inestable y de mala calidad, lo que ha dificultado que los estudiantes y profesores impartan clases en línea durante la pandemia. Una encuesta de 2021 encontró que el 73 % de los chilenos tuvo dificultades para usar la educación en línea y otros servicios virtuales durante la pandemia, y existe una brecha digital entre las áreas urbanas y rurales, con casi el 60 % de las personas en las áreas rurales de Chile sin acceso a Internet

Enseñando en línea durante la pandemia, fui testigo que la mayoría de mis estudiantes no tenía conexión a internet. Por lo tanto las clases se realizaban por llamada, lo cual dificultó enormemente la entrega oportuna de la enseñanza. Esta situación me hizo reflexionar que es necesario que el gobierno chileno dota a las escuelas de mayores recursos monetarios para generar actividades amigables y compatibles con los recursos de las familias que sirven, incluso actividades que no requieran de tecnología para funcionar. Es imposible seguir pidiendo a las familias recursos que no pueden pagar, y tener o no el acceso a las tecnologías no debe determinar la calidad de la educación que reciben los estudiantes.

Es imposible seguir pidiendo a las familias recursos que no pueden pagar, y tener o no el acceso a las tecnologías no debe determinar la calidad de la educación que reciben los estudiantes.
— Anita Serrano Bazán

Antes de la pandemia, la deserción escolar en Chile estaba en declive debido a una serie de acciones políticas tales como priorización curricular, el desarrollo de plataformas educativas en línea y canales educativos como “TV Educa.” Sin embargo, este problema resurgió durante la crisis del COVID-19; en 2020, 186 mil estudiantes de entre 5 a 21 años se vieron obligados a abandonar las escuelas por diversos motivos, entre los cuales destaca la falta de acceso a tecnologías e internet y la crisis económica de las familias. A causa de las consecuencias de la actual crisis sociosanitaria, casi 40 mil estudiantes no se matricularon en ningún establecimiento educacional en 2021.

Estas desigualdades son latentes en la realidad chilena y se hace imperante hacer frente a ellas. Durante la última década, las protestas lideradas por estudiantes han presionado con éxito al gobierno chileno para que introduzca reformas educativas destinadas a mejorar el aprendizaje de los estudiantes y reducir la desigualdad. Sin embargo, estas medidas no son suficientes. Más allá de aumentar la capacitación profesora, que obviamente es esencial, es necesario realizar cambios en nuestro sistema que brinden una educación pública de calidad a los estudiantes en Chile que no pueden pagar las tarifas de las escuelas privadas, y prevean y eviten de forma efectiva que los estudiantes deben abandonar la escuela por cualquier motivo. Como parte de estas reformas, nuestros líderes deben proporcionar a los estudiantes los implementos tecnológicos y el acceso a Internet que necesitan para acceder al aprendizaje remoto en tiempos de crisis.

Para los profesores es también crucial generar planes de estudio inclusivos con igualdad de oportunidades en participación para niñas y niños, así como usar recursos literarios o bases de investigación escritas y realizadas por mujeres para generar exámenes y actividades que requieran de búsqueda de información. Garantizar una educación con equidad de género es importante para mí como profesora, no solo para que todos mis alumnos adquieran los conocimientos que necesitan para triunfar en el mundo, sino también para promover un futuro más justo y equitativo para Chile.

Finalmente, nuestro sistema educativo debe ser uno que prepare por igual a niñas y niños para ingresar a los campos del futuro con habilidades sociales, emocionales y cognitivas. Esta es la educación que deseo ver en mi país, por la que estudio y trabajo cada día dando lo mejor.

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Anita Serrano Bazán

(she/her) is a future primary school teacher in Chile and a lover of art, music and discovering new things by exploring and reading. Through education, she aims to empower girls and boys to seek their paths and eradicate the adult-centric gaze. You can follow her on Instagram.